Preservar la cultura y la salud: Lomo Saltado y el bienestar latino

Explore cómo los cambios pequeños y respetuosos con la salud en los alimentos tradicionales, como el Lomo Saltado, pueden preservar la identidad cultural y, al mismo tiempo, promover el bienestar en las comunidades latinas.


Preservar la cultura, promover la salud: un recorrido por Lomo Saltado y el bienestar latino

El artículo de opinión es de Yazmin Reategui-Almonacid, estudiante de cuarto año de medicina en la Facultad de Medicina de Georgia, bajo la dirección de la Dra. Dra. Theresa Rohr-Kirchgraber, MACP, FAMWA.


El lomo saltado es más que un simple plato; es un reflejo del propio Perú, una mezcla perfecta de sabores de la jungla, las montañas y la ciudad. Mi madre me enseñó a prepararlo y me compartió sus consejos secretos mientras cocinábamos juntos. Cada vez que nos sentábamos en familia, se trataba de algo más que de comida, se trataba de preservar nuestra cultura, nuestro patrimonio y las historias detrás de cada ingrediente.

«Ahora que vivo en Estados Unidos, sigo haciendo Lomo Saltado, pero las cosas han cambiado. Intento encontrar especias que se parezcan a las de Perú y, aunque no siempre es fácil, es posible adaptarlas. He aprendido que es posible mantener nuestra cultura aquí, incluso en la cocina. Para que el Lomo Saltado sea más saludable, he empezado a reemplazar las patatas fritas por patatas hervidas y a reducir el arroz. Las pequeñas sustituciones, como cambiar los carbohidratos por verduras, me permiten mantener vivas nuestras tradiciones y, al mismo tiempo, hacer que el plato sea mejor para nuestra salud».

Este equilibrio entre la tradición y la salud es algo que enfrentan a muchas familias, especialmente en las comunidades latinas de Georgia. Si bien los alimentos culturales son muy apreciados, con frecuencia pueden tener un alto contenido de carbohidratos, grasas y otros ingredientes que contribuyen al aumento de las tasas de obesidad, enfermedades cardíacas y diabetes. El desafío no consiste solo en tomar decisiones más saludables, sino en hacer que esas elecciones sean asequibles, accesibles y culturalmente relevantes. Con demasiada frecuencia, la conversación sobre la alimentación saludable pasa por alto la importancia de los alimentos culturales. Decirles a las comunidades que abandonen su herencia culinaria no es la respuesta. En cambio, necesitamos hacer cambios conscientes de la salud en el marco de las tradiciones culturales.

La buena noticia es que una alimentación saludable no tiene por qué significar sacrificar alimentos culturales. Las pequeñas sustituciones, como las que hizo mi madre con su Lomo Saltado, pueden marcar una diferencia significativa. Reemplazar las papas fritas por papas hervidas, usar menos aceite o agregar más verduras son pasos prácticos. Estos cambios mantienen la integridad del plato a la vez que mejoran su perfil nutricional. Sin embargo, para que este enfoque tenga éxito, también debemos abordar desafíos más amplios, como los ingresos, el transporte, la educación y las condiciones del vecindario, que impiden que muchas familias latinas accedan a ingredientes más saludables. La asequibilidad y la disponibilidad de alimentos frescos y nutritivos son las principales barreras en muchas comunidades latinas. Abordar estos desafíos requiere un enfoque multigeneracional que aliente a las familias a hacer estos cambios en el hogar, comenzando con los niños en las escuelas primarias. Educar a los niños sobre hábitos alimenticios saludables desde una edad temprana puede ayudar a combatir la obesidad y mejorar la salud cardíaca a largo plazo.

Una de las barreras para abordar este problema de manera efectiva es la falta de datos confiables sobre la salud de los latinos en Georgia. Las comunidades latinas suelen estar infrarrepresentadas en las estadísticas de salud pública, lo que dificulta evaluar el alcance total de las disparidades en materia de salud. Sin datos precisos, es más difícil abogar por los recursos que necesitan estas comunidades, ya sea el acceso a opciones de alimentos más saludables o campañas de salud pública específicas.

Como proveedores de atención médica, debemos reconocer que mejorar la dieta y los resultados de salud en las comunidades latinas requiere un enfoque culturalmente sensible. Debemos abogar por una mejor recopilación de datos para comprender con mayor claridad las necesidades de salud de estas poblaciones. Pero más allá de eso, deberíamos trabajar para que las opciones más saludables sean más asequibles y accesibles. Ya sea apoyando iniciativas locales que llevan productos frescos a áreas marginadas o implementando programas de nutrición en las escuelas, estos esfuerzos pueden ayudar a garantizar que familias como la mía no tengan que elegir entre su cultura y su salud. Una alimentación saludable es posible sin sacrificar la identidad cultural. Como comunidad médica, podemos marcar el camino.

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